Ayer estuve en una videoconferencia
(otros dicen “webinar”, palabra horrenda que a mí no me gusta) invitado por el
Skal Internacional Ciudad de México, que preside mi buen amigo Gustavo Bolio,
un alto cargo de la cadena hotelera mexicana Brisas. El tema que se trató en el
“Tequila times” fue la presentación de su club hermano el de Panamá, presidido
por Jorge Luis Berrio, actual director del Hotel Hilton en ese país
centroamericano.
Durante su magnífica exposición
habló de la historia de la ciudad vieja de Panamá, con recuerdos a los
históricos edificios que los españoles construimos allí, así como de las tribus
indias de los emberá y de los kunas, sin olvidarse de la enorme obra mundial
que supone el canal de Panamá.
Todo esto me retrotrajo la larga
semana que pasé en este delicioso país con motivo de un encuentro internacional
de CATA (la agencia de turismo de Centroamérica) con asistencia de diversas
personalidades extranjeras. Y eso me hizo refrescar el viaje que allí realicé.
Uno sabe que los viajes tienen tres partes: Cuando lo preparas, cuando lo vives
plenamente y cuando lo recuerdas y cuentas a los demás. En esta última parte
estamos.
Vienen retazos de momentos vividos
intensamente junto a la Panamá vieja, cuando una joven española excavaba con
detenimiento y sacaba los restos del edificio antiguo que mostraba la historia
viva de la ciudad que los españoles construimos en el Nuevo Continente. Otra
instantánea es el famoso monumento a mi paisano extremeño Vasco Núñez de
Balboa, el descubridor del Mar del Sur, reconocido ahora como el Océano
Pacífico. La estatua es del escultor español Mariano Benlliure y fue un regalo
del rey Alfonso XIII a la República de Panamá, hace ahora 100 años, en 1921 y
que cada vez que salíamos o volvíamos al hotel lo teníamos en esa vía del
malecón, arrancada a las aguas del mar.
Tengo fotos (antiguas diapositivas
de todo esto), pero debido a la pandemia no las tengo al alcance ahora de
mi mano, por lo que he de acudir a fotos recogidas por internet.
Hubo tres singulares salidas más:
Una a los kunas en una pequeña avioneta en la que iba como copiloto, sentado al
lado del aviador y con la que aterrizamos en una pista levantada por esta tribu
en una isla del archipiélago de San Blas, trasladándonos a otra para celebrar
una bienvenida con bailes típicos, en cuyo grupo había un joven pelirrojo, al
que llamaban “hijo de la luna”. Posteriormente, en barca, viajamos a una
tercera donde se encontraban las máximas autoridades de los kunas, con las que
tuvimos el gusto de platicar un rato y conocer “in situ” la forma de vida de
esta buena gente. La vuelta al aeropuerto de la capital fue un poco más movida
porque tuvimos que atravesar una dura tormenta que balanceaba a la avioneta y
nos movía como un papel en un huracán… Gracias a Dios, llegamos a salvo.
Un día muy lluvioso fue la
visita a los emberá, esta singular tribu que nos encontramos en los lugares aledaños
al Canal de Panamá. A lo lejos veíamos cruzar esta puerta que une los océanos Atlántico
y Pacífico, mientras un chamán nos contaba la historia de su tribu, rodeado de
otras personas y poniendo a la venta un poco más allá objetos típicos de la tribu,
ventas que servían para el sustento diario de sus habitantes.
Y el tercer momento que recuerda notablemente,
como si fuera ayer mismo, es la tarde que crucé el Canal de Panamá en un precioso
yate, pero que era pequeñísimo comparado con el enorme buque que teníamos
delante y cuya vista no permitía ver lo grande que era su popa. Algo insólito para mí, asombroso. La jornada
la pasamos en Gamboa desde donde disfruté de una preciosa vista sobre esta zona
del Canal.
Para terminar, mientras escribía
esta crónica de bellos recuerdos por Panamá escuchaba la gran obra del maestro
Antonio Vivaldi, “La Primavera”, cuyo enlace para verla por Youtube les paso
por aquí:
Buenos días:
ResponderEliminarPreciosos recuerdos de Panamá, querido Paco, que me devuelven sensaciones de la Navidad de 1979, cuando yo también visité aquella nación hispanoamericana, junto a mis padres y mi hermana, en un viaje del que siempre guardaré íntimos y agradables recuerdos.
Estimado Paco,
ResponderEliminarQuería felicitarte por tu gran artículo. Lo has redactado de una forma magnífica, por momentos sentía que estaba realmente allí, como si estuviera recorriendo todos los lugares que describes. Continúa así; Para mi eres uno de los periodistas que mejor escriben.
Muchas gracias, querido Clemente.
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