martes, 22 de septiembre de 2020

Un paseo por el lago Bled

 


Lago Bled

 

            Hace años tuve una invitación personal del entonces embajador de Eslovenia en España, Ciril Stokelj, (1998 – 2002) para visitar su recién estrenado país. El doctor Stokelj presentó sus cartas credenciales al Rey Juan Carlos el 30 de junio de 1998 y tuvo el detalle de acudir al Hogar Extremeño de Madrid, al que le invité cuando di una conferencia sobre su país después de este viaje. Tras pasar por los servicios diplomáticos del Vaticano, será apoyado por el primer ministro esloveno Janez Drnovsek para ser embajador ante el Reino de España; después fue embajador en Bruselas y ahora trabaja en la Dirección de Comunicación del Parlamento Europeo, dirección de la que es responsable el español Jaume Duch.

 


Ciril Stokelj

            Fue, sin duda, un gran viaje para mí por el descubrimiento que hice de esta pequeña nación mediterránea. Lo primero que recuerdo es que viajé desde Barcelona hasta Liubliana, la capital del país, en un pequeño avión de la compañía Adria Airways. Ese día el avión dio un gran rodeo para entrar en el país, ya que según me dijo el compañero de asiento, un violinista esloveno que trabajaba en la Orquesta Sinfónica de la Ciudad Condal, nunca había entrado al aeropuerto por esa aerovía, sobrevolando la preciosa capital eslovena. Después supimos por qué: Era el día, en marzo de 1999, en el que los aviones militares de la OTAN iban a bombardear Belgrado, la capital de Serbia, que estaba en guerra con las otras repúblicas yugoeslavas, después independientes: Croacia y Bosnia Hezergovina, causándose en estas guerras miles y miles de muertos, la última gran tragedia europea, pues este conflicto duró diez años desde 1991 hasta 2001.

 

            Por cierto, en Madrid tuve la oportunidad de conocer y hablar un rato con el entonces primer ministro Janez Drnovsek, quien vino a presentar su libro biográfico “El laberinto de los Balcanes” en el Hotel Miguel Ángel, y tengo el gusto de tenerlo dedicado. Janez hablaba un español perfecto. Había sido el último presidente de la República Yugoeslava y también llegó ser presidente de Eslovenia (2003 - 2007)    .

 

            Tras llegar al aeropuerto tenía a mi disposición un coche sin conductor, que me habían proporcionado para moverme libremente por el país. Llegué al hotel y salí a cenar donde tenía señalado en el programa que llevaba, concretamente a un restaurante del recinto ferial de la ciudad. Al día siguiente estaba asignada una preciosa visita por la ciudad subiendo al castillo y recorriendo las preciosas calles del centro.


 Pirán


            Otros días paseé por la zona costera, una costa de tan sólo 48 kilómetros de larga, pues Eslovenia tiene una superficie similar a la de la provincia de Badajoz, incluso su mapa geográfico es parecido, (unos 20.000 Km2). Pirán es una ciudad costera de estilo veneciano y allí tuve la suerte de probar la cocina de un tal “Pavel” (Pablo) hecha a base de productor del mar. Deliciosa. https://pavelpiran.com/en/

 

            Muy interesante la cueva de Postoina, con un curioso tren que entra hasta cuatro kilómetros en su interior y se halla el “pez humano”, que algunos creían que era la cría del dragón, el símbolo de la capital del país. y el cercano Castillo de Prediama, parte del cual está metido en una cueva.


 Lago Bled


            Antes del final de las jornadas turísticas fui al lago Bled, un lago de origen glaciar. Esta estampa es la que me ha hecho recordar y escribir esta crónica viajera, ya que trabajando, estos días de pandemia, sobre el tema del turismo y el Covid-19 para un seminario financiado por la Unión Europea me encuentro con que “robo” una foto de la página web de la Organización Mundial del Turismo y me hizo recordar el trayecto a pie que hice una mañana, muy temprano, rodeando el precioso lago. Parece grande, pero no serían más de 5 kilómetros.  Hay fotos, pero ahora con la pandemia y el no poder moverse no las puedo colocar aquí. Sí fue una experiencia única. Volví en otra ocasión a Eslovenia, pero esta es otra singular y positiva historia.

jueves, 10 de septiembre de 2020

Un paseo por Navacerrada.

 


 

            Hoy, jueves, un día laborable, me he atrevido a salir de Madrid para irme a la Sierra, concretamente a Navacerrada. Si uno pone ese nombre, inmediatamente se piensa en el Puerto de Navacerrada, muy conocido entre visitantes, turistas y excursionistas. No, yo estoy hablando del pueblo de Navacerrada, que da nombre, indudablemente, al Puerto.



 


            La primera parada fue en el puente medieval de Colmenar Viejo, más conocido como el Puente del Batán, un puente por donde pasa el Camino de Santiago y que ha sido totalmente restaurado en el año 2014. La primera referencia de este importante puente es de las Relaciones del rey Felipe II del año 1578. Presenta un perfil de lomo de asno; está fabricado de piedra granítica y cuenta con un arco de medio punto de 10,5 metros.

 

            Aprovechando el día laborable, tomé la autovía de Colmenar Viejo y traspasar por los pueblos de Cerceda. Navacerrada no es un pueblo atractivo, se trata de un pueblo de montaña, muy extendido, pero que aún conserva unas cuantas casas tradicionales. En un mapa turístico que me facilitaron en el Ayuntamiento cuenta que hay solo ocho casas antiguas; algunas de ellas las pude ver, ya muy desfiguradas entre las modernas.

 




            Al llegar al pueblo entré por el precioso monumento de Vicente Palacios, “Puerta de Navacerrada”, del año 2004. Aparqué cerca de la policía municipal y de Correos, en la Plaza del Gargantón y andando me presenté en las oficinas municipales donde me facilitaron el plano, pues la Oficina de Turismo estaba cerrada. Recorrí algunas calles del pueblo hasta llegar detrás de la Casa Municipal, donde se halla la Plaza del Doctor Gereda, donde si hay una casa tradicional, reconvertida en una galería de arte, pero creo que ya estaba cerrada. Era una de las siete viviendas tradicionales que han sobrevivido. Aproveché y compré pan en la cercana panadería y fruta en el mercadillo que ese día estaba puesto en la plaza y que gestionan unos sudamericanos, incluso me vendieron miel de multiflores; por cierto, un poquillo cara.

 




            Cerca del Ayuntamiento hay un monumento dedicado a la Guardia Civil, tan denostada actualmente en algunas esferas gubernamentales. Magnífico que el pueblo de Navacerrada tenga ese detalle con la Benemérita.

 

   


            La media jornada de esta singular visita turística concluyó en el mesón Javis, en la Plaza del Álamo, donde fui atendido por su dueño Eduardo y una joven de origen argentino. Muy bien, la verdad. Eduardo llevaba en la solapa una insignia con la bandera de España. Unas gambas a la plancha, con unos boquerones fueron el aperitivo-comida de la excursión.

 

            No tuve oportunidad de hacer el Paseo del Embalse, como señala el plano turístico. Esto se queda para otra excursión. Sí es verdad que lo mejor de Navacerrada son las excursiones y ascensiones. Cuando estaba estudiando en la Universidad era montañero y realicé algunas excursiones a pie por la Bola del Mundo y el pico de la Maliciosa, así como otros lugares de la Sierra de Guadarrama, incluso en días de mucha nieve, pero eso fue… en el siglo pasado.