En la
madrugada de hoy, 31 de agosto (el mismo día que lady Di), ha muerto Mijail Gorbachov,
el último líder de la Unión Soviética que marcó toda una época en las últimas décadas
del siglo XX. El actual líder de la nueva Rusia, Vladimir Putin, al que nadie quiere
en el mundo libre, salvo los sátrapas, que ha hundido a su país en una guerra y
ha sacrificado a miles de jóvenes a morir en los campos de batalla de Ucrania,
ha dicho de él que “Gorbachov
influyó enormemente en la marcha de la historia mundial".
De Mijail Grbachov ya he contado en alguna ocasión dos anécdotas
de él en Madrid, allá por el año 1992, cuando llegó a España a mantener una
reunión política internacional en Cataluña, cuando Jordi Pujol era presidente
de esa Comunidad Autónoma dijo que él dejaría de ser presidente de esta región española,
pero que en un futuro conseguiría la independencia, a lo que Gorbachov, con su tradicional
sabiduría, le contestó que nunca obtendría la independencia Cataluña, pues sería
la ruptura total de España y de su sistema de libertades.
Mis
anécdotas están contadas en este artículo y que se concreta en la firma de un libro, una entrega de un ramo de flores y un premio.
Por
esos mundos de Dios: Viaje por Rusia y Ucrania
También conocí en Mallorca al político Alexander Yakolev que
promovió la Glasnot (apertura), cuando le entrevisté para la prestigiosa revista
Cambio 16, y allí están sus curiosas declaraciones afirmando que lo que se quería
con ello es que el pueblo ruso gozara de
las libertades de pensamiento, de información y económica que gozaban
los pueblos del Occidente de Europa.
Estuve invitado a la entrega del Premio Europeo Carlos V
a Mijail Gorbachov por parte de la Academia Europea de Yuste. Era el año 2022. Iba en un viaje
desde Talavera de la Reina a mi pueblo, la villa de Las Brozas. Tenía solo una
invitación personal. Salimos en el autobús del Gobierno de la Junta de
Extremadura desde el Parador de Turismo de Jarandilla hasta el Monasterio de Yuste.
Le dije a mi madre que si no la dejaban entrar yo me quedaría con ella fuera.
Por suerte allí estaba la jefa de protocolo de la Junta que nos buscó un buen
asiento, junto a la entrada que da al claustro donde salía Gorbachov para recibir
el Premio. Lo teníamos a medio metro nuestro. En su discurso, el ruso supo conectar con los que allí
estábamos, porque habló sencilla y claramente lo que había sido su programa
político. Es uno de los grandes del siglo XX.
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