En estos días, hace ahora justo tres
años, estaba visitando, en un viaje de prensa, Rusia invitado por un buen amigo
finlandés, Nikolai Meinert, recientemente fallecido. En el grupo había un
matrimonio francés, viajamos al sur de San Petersburgo, en la Región de Leningrado, concretamente a Gátchina.
Uno se alojó en palacios de la nobleza imperial del zar, reconvertidos en
hoteles, como lo son ahora muchos de nuestro Paradores de Turismo y recorrimos
lugares que forman parte de la historia de la madre Rusia. Sin duda alguna, el
pueblo ruso merece todos mis aplausos, porque a lo largo de su historia ha
sabido vencer en los momentos difíciles, Pensemos, que al igual, que los
españoles presentaron cara a Napoleón.
Más información aquí:
El
viaje de la vida: Ser tratado como un príncipe (pacorivero.blogspot.com)
Hace ya bastantes años tuve el gusto
de viajar a un congreso internacional de periodistas de turismo por la
península de Crimea (Ucrania), hasta que en 2014, la Rusia del dictador Putin,
habiéndose hecho reelegir presidente vitalicio, se la apropió, como intenta
ahora vencer al noble pueblo ucraniano, que lucha y muere por su independencia.
Y qué recuerdo de aquel precioso
viaje por la entonces Crimea ucraniana. Lo primero llegar al aeropuerto de su
capital, Simferópol, de algo más de 300.000 habitantes. Desde aquí nos llevó a
Yalta, la famosa ciudad donde en febrero de 1945 se celebró la Conferencia de Yalta
entre Churchill, Roosevelt y Stalin en el palacio imperial de Livadia. Es
famosa la fotografía de los tres mandatarios en el patio del palacio, con un
Roosevelt ya muy enfermo. En esa columna que se ve en el patio nos hicimos
también la foto.
Fue una experiencia singular
recorrer las calles de Yalta, donde tuve oportunidad de hablar español con una
joven de Crimea. Conocí a la entonces ministra de Turismo que por mi labor de
divulgación de esa península de Mar Negro tuvo a bien entregarme un
reconocimiento. Desconozco qué le habrá pasado a esa señora, tras la ocupación
de Crimea por Rusia. Lo mismo que pienso de otro periodista yugoslavo con el
que paseé por las calles de Sofía, en junio de 1987, por la entonces comunista
Bulgaria, un periodista de pensamiento liberal que me hablaba lo mal que se
pasa bajo un régimen comunista que coarta todas las libertades, tanto de
pensamiento como económicas. Tras la dura guerra de su país, que se dividió
tras la muerte de Tito, le perdí la pista. He ido posteriormente a Eslovenia y
Croacia dos veces, asi como a Bosnia Herzegovina y a Montenegro, regiones que
han superado los difíciles momentos de la guerra yugoslava.
En estos días de la guerra de
invasión de Rusia a Ucrania, cuyo pueblo quería acercarse al sistema de vida
sociopolítica occidental de Europa, viene el sátrapa de Putin y les mata con
miles y miles de jóvenes rusos, de 20 o 23 años, que en esta guerra mueren por
centenares. Sin duda, una grave responsabilidad
política e histórica de este paria que es el tal Vladimiro Putin, como lo
calificó el presidente de los Estados Unidos Joe Biden. Este loco de Putin nada
tiene que ver con Mijail Gorbachov, al que tuve el gusto de estar con él un día
allá por el año de España, en 1992, aquí en Madrid y dedicarme un libro, “Memorias
de los años decisivos” (1985 – 1992), cuyo texto tradujo al español un buen periodista,
Carlos Agrasar, al que conocí cuando un servidor colaboraba en la revista de
Caja de Madrid que editaba “Estudio de Comunicación”, que creó el famoso hombre
de televisión Lalo Azcona.
Una anécdota: Uno de mis
acompañantes rusos en ese viaje por la Región de Leningrado me ha escrito y me ha
dicho que también él, un ruso, está en contra de esta guerra de Ucrania. Sin
duda algunas, los pueblos quieren libertad, por eso decimos alto y bien claro:
“¡No a la guerra, no a la invasión y muerte de la población de Ucrania!”