jueves, 10 de septiembre de 2020

Un paseo por Navacerrada.

 


 

            Hoy, jueves, un día laborable, me he atrevido a salir de Madrid para irme a la Sierra, concretamente a Navacerrada. Si uno pone ese nombre, inmediatamente se piensa en el Puerto de Navacerrada, muy conocido entre visitantes, turistas y excursionistas. No, yo estoy hablando del pueblo de Navacerrada, que da nombre, indudablemente, al Puerto.



 


            La primera parada fue en el puente medieval de Colmenar Viejo, más conocido como el Puente del Batán, un puente por donde pasa el Camino de Santiago y que ha sido totalmente restaurado en el año 2014. La primera referencia de este importante puente es de las Relaciones del rey Felipe II del año 1578. Presenta un perfil de lomo de asno; está fabricado de piedra granítica y cuenta con un arco de medio punto de 10,5 metros.

 

            Aprovechando el día laborable, tomé la autovía de Colmenar Viejo y traspasar por los pueblos de Cerceda. Navacerrada no es un pueblo atractivo, se trata de un pueblo de montaña, muy extendido, pero que aún conserva unas cuantas casas tradicionales. En un mapa turístico que me facilitaron en el Ayuntamiento cuenta que hay solo ocho casas antiguas; algunas de ellas las pude ver, ya muy desfiguradas entre las modernas.

 




            Al llegar al pueblo entré por el precioso monumento de Vicente Palacios, “Puerta de Navacerrada”, del año 2004. Aparqué cerca de la policía municipal y de Correos, en la Plaza del Gargantón y andando me presenté en las oficinas municipales donde me facilitaron el plano, pues la Oficina de Turismo estaba cerrada. Recorrí algunas calles del pueblo hasta llegar detrás de la Casa Municipal, donde se halla la Plaza del Doctor Gereda, donde si hay una casa tradicional, reconvertida en una galería de arte, pero creo que ya estaba cerrada. Era una de las siete viviendas tradicionales que han sobrevivido. Aproveché y compré pan en la cercana panadería y fruta en el mercadillo que ese día estaba puesto en la plaza y que gestionan unos sudamericanos, incluso me vendieron miel de multiflores; por cierto, un poquillo cara.

 




            Cerca del Ayuntamiento hay un monumento dedicado a la Guardia Civil, tan denostada actualmente en algunas esferas gubernamentales. Magnífico que el pueblo de Navacerrada tenga ese detalle con la Benemérita.

 

   


            La media jornada de esta singular visita turística concluyó en el mesón Javis, en la Plaza del Álamo, donde fui atendido por su dueño Eduardo y una joven de origen argentino. Muy bien, la verdad. Eduardo llevaba en la solapa una insignia con la bandera de España. Unas gambas a la plancha, con unos boquerones fueron el aperitivo-comida de la excursión.

 

            No tuve oportunidad de hacer el Paseo del Embalse, como señala el plano turístico. Esto se queda para otra excursión. Sí es verdad que lo mejor de Navacerrada son las excursiones y ascensiones. Cuando estaba estudiando en la Universidad era montañero y realicé algunas excursiones a pie por la Bola del Mundo y el pico de la Maliciosa, así como otros lugares de la Sierra de Guadarrama, incluso en días de mucha nieve, pero eso fue… en el siglo pasado.

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