Hoy, jueves, un día laborable, me he atrevido a salir de
Madrid para irme a la Sierra, concretamente a Navacerrada. Si uno pone ese nombre,
inmediatamente se piensa en el Puerto de Navacerrada, muy conocido entre
visitantes, turistas y excursionistas. No, yo estoy hablando del pueblo de
Navacerrada, que da nombre, indudablemente, al Puerto.
La primera parada fue en el puente medieval de Colmenar
Viejo, más conocido como el Puente del Batán, un puente por donde pasa el
Camino de Santiago y que ha sido totalmente restaurado en el año 2014. La
primera referencia de este importante puente es de las Relaciones del rey Felipe
II del año 1578. Presenta un perfil de lomo de asno; está fabricado de piedra
granítica y cuenta con un arco de medio punto de 10,5 metros.
Aprovechando el día laborable, tomé la autovía de
Colmenar Viejo y traspasar por los pueblos de Cerceda. Navacerrada no es un
pueblo atractivo, se trata de un pueblo de montaña, muy extendido, pero que aún
conserva unas cuantas casas tradicionales. En un mapa turístico que me facilitaron
en el Ayuntamiento cuenta que hay solo ocho casas antiguas; algunas de ellas
las pude ver, ya muy desfiguradas entre las modernas.
Al llegar al pueblo entré por el precioso monumento de Vicente
Palacios, “Puerta de Navacerrada”, del año 2004. Aparqué cerca de la policía municipal
y de Correos, en la Plaza del Gargantón y andando me presenté en las oficinas
municipales donde me facilitaron el plano, pues la Oficina de Turismo estaba
cerrada. Recorrí algunas calles del pueblo hasta llegar detrás de la Casa
Municipal, donde se halla la Plaza del Doctor Gereda, donde si hay una casa
tradicional, reconvertida en una galería de arte, pero creo que ya estaba
cerrada. Era una de las siete viviendas tradicionales que han sobrevivido.
Aproveché y compré pan en la cercana panadería y fruta en el mercadillo que ese
día estaba puesto en la plaza y que gestionan unos sudamericanos, incluso me
vendieron miel de multiflores; por cierto, un poquillo cara.
Cerca del Ayuntamiento hay un monumento dedicado a la
Guardia Civil, tan denostada actualmente en algunas esferas gubernamentales.
Magnífico que el pueblo de Navacerrada tenga ese detalle con la Benemérita.
La media jornada de esta singular visita turística
concluyó en el mesón Javis, en la Plaza del Álamo, donde fui atendido por su
dueño Eduardo y una joven de origen argentino. Muy bien, la verdad. Eduardo
llevaba en la solapa una insignia con la bandera de España. Unas gambas a la
plancha, con unos boquerones fueron el aperitivo-comida de la excursión.
No tuve oportunidad de hacer el Paseo del Embalse, como señala
el plano turístico. Esto se queda para otra excursión. Sí es verdad que lo
mejor de Navacerrada son las excursiones y ascensiones. Cuando estaba
estudiando en la Universidad era montañero y realicé algunas excursiones a pie
por la Bola del Mundo y el pico de la Maliciosa, así como otros lugares de la
Sierra de Guadarrama, incluso en días de mucha nieve, pero eso fue… en el siglo
pasado.
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