Esta
ciudad, de más de 50.000 habitantes, situada al este de Málaga, tiene
suficientes atractivos turísticos. Destaca por encima de todo la Cueva del
Tesoro, una cueva marina de origen geológico de las que hay pocas que hay en el
mundo. Una en China y otra en México.
Esta
zona de la costa malagueña, llamada el acantilado del Cantal, en la Cala del
Moral, es de piedra calcárea y hace miles de años estaba invadida por el mar y
con el agua del mar y la que procedía de la tierra se formaron numerosas cuevas.
Desde esta zona de El Cantal se aprecian preciosas vistas del Mediterráneo.
Esta
cueva tiene más de 70.000 turistas al año y es que sus salas son preciosas.
Allí cuenta la historia que en el año 86 antes de Cristo vivió oculto de sus
enemigos el romano Marco Craso, huyendo de la persecución de Mario y Cinna y
que fue documentado por Plutarco. Aquí murió también Antonio de la Nari que al
bombardear con dinamita la cueva por buscar el tesoro que se consideraba que
allí había. Y hay otra sala dedicada a la diosa fenicia Noctiluca, la diosa
mediterránea, pues el arqueólogo Manuel Laza consideraba que allí estaba su
santuario. La sala más bonita es la de los lagos, donde podemos encontrar
formaciones como las estalactitas excéntricas formadas por las filtraciones de
agua dulce que conforman tres lagos iluminados.
Termino
de ver la Cueva del Tesoro, que por cierto es verdad que había uno que escondió
el emperador almorávide Tasufin Ibn Alí, allá por el siglo XII, y salgo a la
calle para coger el tren turístico y recorrer lo más interesante del pueblo de
Rincón de la Victoria. Tiene ocho paradas: Cueva del Tesoro, Iglesia de la Cala
del Moral, El Cantal, la oficina de turismo, Lo Cea, la villa romana, la casa
fuerte de Bezmiliana y la plaza de Al Andalus, donde está el Ayuntamiento para
regresar a la Cueva.
De
todas las paradas del tren me gustaron la fachada del fuerte de Bezmiliana y la
de la villa romana de Antiopa, una de las villas romanas mejor conservadas de
toda Andalucía. Pena que no pudiera pararme en ellas, pero prometo que un día me
dedicaré a visitarlas.
Y
tras la vuelta del tren era el momento adecuado para visitar el Parque Arqueológico
del Mediterráneo, conformado por vegetación propia y desde donde se aprecia hacia
el poniente la enorme bahía de Málaga y en primer término la playa de la Cala
del Moral. Deliciosa vista que disfruté totalmente a solas. www.turismoenrincon.es
Y
como ya había hambre, cerca de las 15.00 horas, el amante de la buena
gastronomía se acercó hasta el restaurante La Caliza, que tiene una preciosa
terraza desde donde se ve el mar. Fue un día delicioso y soleado, en el que
probó un gazpachuelo con piña y una rica dorada a la espalda, acompañado de un vino verdejo. Una jornada turística digna de repetir… en otro lugar de esta preciosa provincia
malagueña.