El viajero está realizando un “press tour”, vamos un viaje de prensa en español para promocionar la localidad italiana de Alezio y sus alrededores, tanto la bellísima Gallipolli (la antigua Kalli Pollis griega) como la capital de la provincia, Lecce, donde ya estuve en una ocasión invitado para participar en el festival internacional de cine turístico.
El viaje comenzó, tras ocho horas de viaje desde Madrid, en el magnífico “albergho” Palazzo Castriota, un palacio del XVIII de esta reconocida familia, que dirige uno de sus descendientes, que ha tenido el buen gusto de reconvertirlo en un hotel de cinco estrellas que ofrece magnífico y moderno alojamiento, con un típico desayuno con productos de la región de Salento. http://www.palazzocastriota.com/
Una gran sorpresa fue la cena, donde conocí al resto del grupo, entre ellos mi amigo argentino Alfonso Sabatino, al que no veía desde la feria de Torremolinos Euroal, y al que conocí en otra singular feria de turismo en Guayaquil (Ecuador), un miembro de la tribu de los periodistas viajeros. Otros compañeros eran las italianas Tiziana Caroselli, Ángela Abrrescia y el japonés Tadao Amano, todos ellos comandados por Giusseppe Abbate y la dinámica Azzurra de Razza.
La cena tuvo lugar fuera del pueblo de Alezio, concretamente en una finca que se llama Borgo Rosso Terra, donde fuimos saludados por su dueño, Luca, quienes nos comentó que en esta finca ha agregado elementos de otros establecimientos singulares como este que posee en Kenia, Dubai o Egipto. La verdad es que Rosso Terra es un magnifico lugar que merece la pena conocer por ofrecer al viajero un establecimiento con un encanto especial, incluida la cena, que comparto junto a la concejala de Turismo de Alezio, Teresa Perrone, que habla un perfecto español, además de Faby Margari, la concejala de Cultura y el primer teniente de alcalde de la localidad, el abogado Rocco de Santis. Fue una cena de producto típico al que acompañaba un vino amaro nero rosado. www.borgorossoterra.com
Sin duda fue una gran sorpresa para mí acercarme al mediterráneo pueblo de Gallipollis, un histórico pueblo turístico con una preciosa playa en el mismo centro de la localidad. La visita comenzó en la singular fuente griega en la zona del puerto, junto a los pescadores que remendaban sus redes y nos explicaban como hacían su faena, desde donde se veía el famoso castillo de origen aragonés.
Un poco más tarde, la simpática guía, Luciana Fredo, nos llevó a “La Lampara” un restaurante que ofrece el mejor pescado donde nos presentó a su dueño, quien nos regaló un gambón, que probamos Sabatino, Tadao y yo. Lo mejor, el jugo de su cabeza.
De aquí pasamos a ver un artesano, Antonio Vicenti, quien hace nasas y otros objetos artesanales con juncos, al que le convertimos en San Antonio. Este popular personaje, que trabaja en un local junto a la basílica de Santa Águeda es un músico de la música popular de Gallipolli a la que ha compuesto una canción. Preciosa la contigua catedral, sin olvidarnos de que antes estuvimos viendo admirando la iglesia de Santa Maria della Puritá, acompañado del prior de la hermandad de Bastasi, que celebra una Semana Santa, reflejo del antiguo Reino español de Aragón, pues la imagen sale en procesión para encontrarse con su hijo muerto. A esta hermandad pertenecen y salen unas 60 personas con caperuzas que les tapan la cara.
Y de aquí, en los bajos del que fuera el palacio del virrey español, cuyo texto está en la fachada, se puede ver un museo dedicado a fabricar el aceite que tata fama dio a la zona, a pesar de que ahora, en nuestros días, ha entrado una gravísima enfermedad a los olivos que hace peligrar esta exquisita producción del aceite de Salento.
La primera parte de la jornada concluyó en la trattoria “Sciali”, cuyo propietario el chef Graciano Cortese, acompañado de Cristina Cataldi, ofreció al grupo un espléndido almuerzo con productos del kilómetro 0: Espléndido el vino amaro nero de la casa qiue nos ofreció el maitre Doménico, que obtuvo un premio en el concurso de Vinitaly en Verona.
La mañana… no dio para más.